DIARIO DE UNA PARIA:
Yanahuara, 15 de abril del 2022:
Ayer salí de Moquegua casi convencida de no ir , pasaría el feriado largo de semana santa con mi toxico favorito, cruzaría los dedos para no pelear, eso ya era bastante difícil, cargue paltas y racacha de la tierra. Mi hija llego por la noche dispuesta también a estar juntos, posibilidad cada vez mas lejana.
Llegamos y el desorden cómo siempre se apoderaba de la casa, además había tanto rencor que caminaba por las camas y la mesa, en cada cosa dejada fuera de su lugar. Pues bien la frialdad luego de la ultima llamada el rencor andando como siempre, luego mas tarde que no solo era esa sino también, el dinero que siempre faltaba, me sentí fuera del cuadro, una sin razón obscena de regresar al mismo sitio donde sufriste tanto.
El cansancio y el frio me alcanzo para meterme entre el desorden de la cama, como siempre los sueños que me atormentan , y la culebrita pequeña, que la arrancaba, a lo lejos, mire a xxx una de mis medio hermanas, en lo alto. La noche anterior como siempre hasta las tres y el rumor de lo que pasaría me volvía a llenar de espanto. Cuanto mas me tendría que pasar y aun así tener el alma intacta.
Almorzamos pescado, en un lugar bonito con muchas familias queriéndose, intercambiamos algunas ideas como para animar hable de lo que me gusta hacer ni siquiera me escuchaba. Estaba molesto -pense-que torpe eres- si fueras sincera estarías en Ayacucho viviendo la semana santa con alguien que quiere estar a tu lado , como siempre la falta de plata y las ganas de no fallar de cargar sobre mis espaldas una familia aun por encima de mi propio dolor.
Luego el consuelo en una librería , libros pendientes de comprar, la lectura, como siempre, mi amiga, para huir del presente. Llegue casi temblando nuevamente el intento y el golpe me metí a la cama, y lo llamaron del trabajo, salió casi corriendo, cuando volviera, ya dormía.
La mañana trajo consigo el orden, xxxx llego de su camping, dulce y tierno como siempre, ame que no tenga esos ojitos perdidos que siempre me duelen tanto. Me bañe y baje al almuerzo en La Joya, el chupe de viernes insuperable , y las siete mazamorras que siempre me vencen. Una sobremesa cargada de recuerdos, y de tristezas. Decidí festejar el día de la madre, visitarlas en el cementerio, y cocinar para no llorar me trasladaba a un futuro mejor.
Al volver, como siempre la agresividad, que casi le desborda, mi hija manejando , le crispan los nervios , siempre pienso o el demasiado agresivo o yo demasiado sensible. Me abrigue un cigarro calmo el embotamiento, se volvio a quejar mientras se aplicaba la insulina, se volvió a quejar de su vil pasado:
-Déjate de quejar por Dios pareces mujer, siempre estas quejándote ya no quieres que te venga a ver , mientras repasaba , que cosas llevarme a mi cuarto antes el cuarto de mi hijo ausente. A ese lugar no podía entrar era el refugio perfecto. Termine en la noche reabriendo este diario y preguntándome como se puede vivir con un toxico y no morir en el intento a estas alturas ya me rendi la toxica también soy yo , al pretende siempre amor donde solo hay rencor y falta de memoria.